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IntercambiEIS
Boletín digital de Educación Integral en Sexualidad para América Latina y el Caribe

Haciendo camino al andar (1)

Educación sexual en Lengua de Señas: de la receta a los ingredientes

Por Sergio Meresman. Psicoanalista. Magister en Salud Comunitaria. Director de Proyectos del Instituto Interamericano sobre Discapacidad y Desarrollo Inclusivo (iiDi)

Presenta reflexiones surgidas a partir de la realización de un taller de EIS con niñas, niños y adolescentes con discapacidad auditiva en una escuela del interior de Uruguay, que dan importantes pistas para para pensar en el abordaje de este tema en personas con discapacidad.

Con frecuencia recibo la solicitud de instituciones, escuelas y profesionales amigos, para colaborar ofreciendo “una charla sobre educación sexual” a adolescentes o jóvenes con discapacidad. Esta vez, el pedido vino de una escuela a la que concurren adolescentes sordos/as, en el interior de Uruguay. El pedido de la directora y maestras era responder a una situación de inquietud y necesidad de información que percibían entre los chicos y chicas que asisten a esa escuela especial. 

En general, no me gusta “dar charlas”, entre otras cosas porque ya existe una amplia evidencia demostrando que acciones aisladas de este tipo no generan cambios ni resuelven las preguntas y necesidades de la gente (UNFPA, 2009, UNESCO, 2006). Peor aún, encuentro que estas charlas tienden más bien a disimular situaciones, encubrir malestares, simplificar cosas que son complejas y que solo sirven para dejar un poco más tranquilos (por poco tiempo) a quienes las organizan. 

Propuse a la escuela que en lugar de una “charla”, organizáramos una jornada completa en la que pudiéramos conversar con las familias de los niños, trabajar en taller con los adolescentes de la escuela, convocar a un grupo de jóvenes ex alumnos sordos/as e involucrar a la Asociación de Sordos de esa zona. También planteé, como forma de abrir la mira, recoger otras perspectivas y pensar estrategias de apoyo a futuro, reunirme con las maestras, el personal de salud y las intérpretes de lengua de señas que trabajan allí. 

El pedido de la escuela venía enmarcado en una preocupación bastante intensa, que no escuché por primera vez. Tanto las maestras como las intérpretes de lengua de señas habían percibido un creciente malestar en los jóvenes, una gran ansiedad que relacionaban en términos bastante generales con los procesos de cambio y las ansiedades que caracterizan la pubertad de los adolescentes sordos. No es difícil visualizar en este verdadero “terremoto” subjetivo, el efecto que tiene sobre los y las adolescentes sordos la falta de acceso a herramientas básicas con las que orientarse para atravesar la pubertad y pasar a la etapa adulta: 

Esta cadena de dificultades y barreras son generadoras de sufrimientos innecesarios a los jóvenes sordos y sus familias. Se trata de un malestar en el que se entrecruzan cuestiones personales, familiares, educativas, sociales. No hay manera de simplificar las respuestas. 

Para llevar adelante el taller con el grupo de adolescentes en lengua de señas, invité al equipo de META que desarrolló el proyecto Decimeloami! Pude asistir como otras tantas veces al regocijo enorme que trasmiten los adolescentes sordos cuando pueden expresarse en su propia lengua acerca de estas cuestiones y encuentran un equipo de pares preparados para escucharlos de manera abierta y responder con información objetiva, sin formulas pre establecidas ni clichés paternalistas y moralistas. 

Los talleristas hicieron un trabajo a la vez audaz y cuidadoso, empezando por clarificar algunos términos en lengua de señas, explorando significados y experiencias relacionadas a la pubertad y poniendo sobre la mesa algunos temas emergentes e información adecuada. 

Se abordaron varios de los asuntos que estaban identificados como emergentes por las maestras, utilizando los materiales en lengua de señas que venimos desarrollando y compartiendo desde hace algunos años con las comunidades sordas. Los y las jóvenes intercambiaron opiniones y creencias a partir de disparadores que se discutían como “verdaderos” o “falsos”. Entre éstos, algunos relacionados con la privacidad (“en las redes sociales cuento todo lo que hago”), con tabúes y falsas creencias sobre la masturbación (“masturbarse está mal” o “las mujeres no se masturban”), estereotipos de género (“los varones siempre tienen ganas de tener sexo”) y la presencia creciente de la pornografía como formateadora de fantasías y obsesiones sexuales (“la pornografía es igual a las relaciones sexuales”, “los videos porno muestran situaciones reales”). 

Sugestivamente, a medida que la conversación se acercaba a los temas más sensibles, los facilitadores observaron que comenzaban a emerger e incluso predominar señas “autóctonas”, inventadas por los jóvenes para referirse a aquello sobre lo que nadie les había hablado nunca. Un código de supervivencia artesanal, para sobreponerse al tabú de los adultos y a las barreras de comunicación con su entorno. 

El trabajo con familias, me mostró una vez más las enormes dificultades que tienen los padres y las madres de adolescentes con discapacidad, para aceptar la sexualidad de sus hijas e hijos (reflejado en el bajísimo número de asistentes al taller) y dar lugar a los procesos de autonomía que son indispensables para crecer y construir sus proyectos de vida. Las preguntas y anécdotas estaban marcadas por el temor, la incertidumbre y la sensación de estar solos, paralizados y desconectados de los cambios en sus hijos. 

Compartimos los materiales informativos y los videos en lengua de señas que desarrollamos recientemente acerca de la pubertad, los cambios físicos y el deseo sexual. Estos materiales tienen un valor especial ya que al utilizar simultáneamente audio, subtítulos y LSU, permiten a padres e hijos discutir algunos temas sobre una base de información que es accesible para todos. 

Al final de la tarde, abrimos un espacio para encontrarnos maestras, estudiantes de LSU y personas vinculadas a los servicios de salud. Las intérpretes, practicantes y maestras compartieron la experiencia muchas veces angustiosa que implica sostener la posición de neutralidad que requiere su ética profesional, cuando están frente a relatos muchas veces confusos, pero también teñidos por situaciones de violencia y manipulación psicológica con la que conviven tantos adolescentes y jóvenes sordos. 

Hablamos de la necesidad de profundizar su formación y de prepararse y equiparse mejor para responder a estas situaciones. Esto se logra a través de espacios de supervisión y ateneos profesionales para cuidar a los cuidadores y fortalecer los estándares de su práctica profesional. No se trata solamente de contar con protocolos y hojas de ruta para derivar los casos que requieren seguimiento, sino de acompañamiento y sostén para pensar y responder con fortaleza. 

Es necesario tejer y validar modelos de intervención basados en recursos locales. Más allá de las “charlas”, protocolos y “recetas”, se requiere estrategias que ayuden a visualizar y poner sobre la mesa los ingredientes, para ayudar a que cada uno/a encuentre su propio modo de cuidarse.